Paisajes fractales

Tuesday, June 26, 2007

El abrazo

Trini creyó que no habría dificultad en atraparlo, pero, cuando se acercó al pequeño animal y éste clavó sus ojos en ella, entendió que no sería tan fácil.
Él gorgoréo, se hinchó y extendió su plumaje, abriendo en abanico la cola y las alas, que, como navajas con filo, rayaban el suelo. Ella lo miró pasearse de un lado a otro presumiendo su investidura de emperador, con su moco colgando, pavonéandose, con la cabeza erguida.
El ave sintió el acecho. Hubiera querido volar. Se dió la vuelta, replegó las alas y se convirtió en una masa compacta y escurridiza que pasó de largo. Trini se quedó con la cuerda en las manos sin poder lazarle las patas. En su huida, temeroso, él lanzó una amenaza con su voz ahogada, como estornudando. Se imaginó a sí mismo en una cladera profunda, acompañado de jitomates, elotes y agua hirviendo, cocinándose a fuego lento.....muy lento.
Trini lo tomó por sorpresa del pescuezo. El susto lo dejó paralizado. Ella lo abrazó. Él se quedó quieto, sin poder saber que estaba a punto de ser arrojado desde un techo muy alto, ayudado por los regordetes brazos de una niña que estaba dispuesta a enterarse de una vez por todas si los guajolotes podían volar.

*A mis sobrinos de aquí y allá

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